Julián Hernández Conocido Como “Julianillo” y Su Trabajo Distribuyendo Biblías En España y Toda Europa.

María O.Dorsey

España, año 1560 d.C.
Julián Hernández y como muchos lo llamaban “Julianillo” nació en Castilla, España, su fecha de nacimiento no se encuentra en los récords, falleció el 22 de Diciembre del 1560, su religión, Protestante, hombre integrado a repartir Biblias por toda España e Europa, trabajo en las imprentas de Alemania y de los Países Bajos donde aprendió el oficio de cajista. Su fisonomía era bastante singular, era un hombre bajito de estatura y jorobado, era tan delgado que sus huesos se podían percibir por su piel.

Este hombre fue diseminador de literatura protestante en el siglo XVI fue Julián Hernández, también llamado Julianillo, por su débil aspecto físico, muy delgado y de baja estatura. Originario de Tierra de Campos, en Castilla, emigró muy joven a los Países Bajos y más tarde a Alemania.

Muchos historiadores comparten el criterio que Julianillo como así lo conocían en los círculos cristianos, participó con Martin Lutero imprimiendo los libros de los primeros reformadores.

Para este cristiano era vital el poder suministrar las Biblias y libros cristianos en Español. Julianillo salió de España rumbo a Alemania, luego decidió visitar Suiza para colaborar en la imprenta de la Biblia en español la cual el ansiaba tanto.

En Ginebra, mientras colaboraba con el Dr. Juan Pérez en la impresión del Nuevo Testamento y otros materiales cristianos, Julianillo preparo un plan para introducir el Nuevo Testamento de Pérez en España. Esta arriesgada estratagema era algo peligrosa, ya que los Nuevos Testamentos tenían que introducirse de contrabando y posteriormente distribuirlos por todo el país.

A Julián no le importo los riesgos y hasta las consecuencias que esto le traería si fuera descubierto, ya que esto le acarrearía la muerte, pero, así y todo, puso mano a la obra e hizo los preparativos para el viaje. Llenó varios barriles de Nuevos Testamentos y se encaminó rumbo a la península Ibérica.

Julianillo siempre tuvo el apoyo de sus amigos, que antes de partir le fueron a dar una conmovedora despedida y a confirmarle que sus oraciones siempre lo acompañarían.

Mientras lo veían partir decían unos a otros: “La inquisición española es terriblemente y cruel. Si atrapan a Julianillo lo torturarán hasta matarlo. Sólo Dios sabe si lo veremos otra vez”.

En la época de Julianillo cualquiera persona que tradujera, imprimiera o distribuyera la Biblia en español o en otro idioma era quemado vivo. Julián sabía que el riesgo era enorme, pero continuó con su propósito.

En Sevilla Julianillo conoció a un librero que apoyaba en secreto el evangelio; le dejó algunos Nuevos Testamentos en español para que los distribuyera y continuó su viaje repartiendo por toda España su carga de Buenas Nuevas.

El valiente mensajero recorrió toda España con sus mulas cargadas de Nuevos Testamentos escondidos entre los rollos de tela que el procuraba vender. A pesar de ser un hombre de fisonomía frágil era incansable, repartía su primer cargamento y seguía con otro embarque y así sucesivamente, no se cansaba, nunca se detuvo en su ministerio. Sentado en una mula procedía, por las montañas de los Pirineos, por valles y cordilleras, bajo el sol o la lluvia, distribuyó embarque tras embarque. Era su deleite llevar las Buenas Nuevas de Salvación a los cristianos que perseguidos y amenazados se encontraban en España.

No paso mucho tiempo cuando, la iglesia Católica descubrió que los libros y Biblias con las doctrinas de los reformistas habían sido introducidos y traducidos al español y estaban dispersos por toda España.

La iglesia Católica estaba perpleja al descubrir tal distribución sin ser detectada por las autoridades. Gracias a la incansable labor de un vendedor de telas que gritaba por las calles “Ricas telas de Cambray, hay”.

Historia de la Compañía de Jesús en Sevilla” describe la labor de Julianillo de la siguiente forma: “Con increíble habilidad encontraba él secretas entradas y salidas, y el veneno de la nueva herejía (como le decía la Iglesia Católica) se divulgó con gran velocidad por toda Castilla y Andalucía… A donde ponía su pie comenzaba el incendio…

Él mismo enseñó a hombres y mujeres en las doctrinas de los reformadores, logrando su fin con demasiado acierto: especialmente en Sevilla donde formó, gracias a esto, un verdadero nido de herejes(según la Inquisición). Mayor elogio para la obra de Julianillo es difícil imaginar.
Perseverando cada día en su misión de hacer llegar los Nuevos Testamentos en español hasta los lugares más remotos de España. Julianillo aprovechaba cada momento para predicar y compartir su fe. Predicaba el nombre de Jesús y la salvación por medio de la fe. Julianillo decía: “Todos los que se crucen en mi camino, oirán mi testimonio”. Amen.

Por ese fervor perdió su vida. Un día, mientras pasaba por las afueras de Sevilla, se detuvo a descansar y a conversar con un herrero. El hombre se mostró muy interesado en lo que aquel jorobado le decía. Julianillo, sin sospechar ningún peligro, le compartió su fe y al despedirse le regaló un Nuevo Testamento.
Rápidamente este herrero delató al misionero y valiente Julianillo. Inmediatamente, la “Inquisición” desencadeno una búsqueda por el vendedor de telas. Julianillo huyó del área de Sevilla y se escondió en la Sierra de Córdova. Por un tiempo, logrando eludir a los esbirros de la “Inquisición”.
En el año 1557, Julianillo fue descubierto y apresado. Lo pusieron en un sucio calabozo y fue torturado brutalmente durante tres años. Trataron en vano que el valiente Julianillo negara su fe; pero aquel hombrecito de cuerpo endeble y contrahecho tenía una voluntad inquebrantable.

Fue sometido a crueles torturas que lo hacían desmayarse una y otra vez. En el potro lo estiraron de las muñecas y tobillos hasta descoyuntarle los hombros y rodillas. Pero a pesar de todo su sufrimiento, su actitud de perdón y de amor hacia sus victimarios no cambió. Cada vez que terminaba una de las sesiones de tortura, al recobrar la conciencia alababa a Dios y oraba por sus perseguidores.

Julianillo no le tenía miedo a ningún dignatario de la iglesia católica. Sabía que le podrían quitar la vida aquí en la tierra, pero que no dejaría que le arrebataran la vida eterna con Jesús. Constantemente discutía con los frailes, rebatiendo sus argumentos con citas bíblicas. Por fin, el 22 de diciembre de 1560, casi tres años después de su arresto, al ver que no lograban que renunciara a su fe, Julianillo y otros trece hermanos en Cristo fueron llevados a la hoguera donde serían quemados vivos.

En el camino, Julián Hernández animaba a sus compañeros recordándoles que en poco tiempo podrían ver el rostro de Jesús, su Salvador. Al llegar al lugar de la ejecución, Julianillo recitó los versos de 2 Timoteo 4:7-8.

2 Timoteo 4:7-8

7He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

A pesar de las terribles lesiones que le habían causado las torturas, al momento de ir a la hoguera, Julianillo se comportó con el mismo valor de siempre; se mantuvo erguido como se lo permitían sus heridas y deformes. Sin mostrar el menor temor se colocó unos manojos de leña encima; uno de los monjes trató de hacerlo renunciar a su fe, pero sólo se encontraron con el hombre que era caracterizado por su fe y valentía.  Viendo que nada lograban, prendieron la hoguera y el heroico mártir en medio de terribles sufrimientos pasó de la presencia de sus brutales verdugos a la presencia del Señor Jesús. Del sufrimiento a la dicha eterna de contemplar a su Salvador. Gracias al buen Julianillo muchas personas conocieron el Evangelio por su valentía y destreza al repartir tantas Biblias en español a la comunidad hispana en Europa. Finalmente, su deseo fue realizado el ver al Señor Jesus.

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2 thoughts on “Julián Hernández Conocido Como “Julianillo” y Su Trabajo Distribuyendo Biblías En España y Toda Europa.

  1. Carmen Valdes

    Esa es la fe que vence al mundo.
    Ayúdanos a siempre hacer tu perfecta voluntad; que nuestra fe en tu nombre como nuestro Salvador no falle.

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