Créditos: Historia National Geographic; Be Able Blog
Palacios inmensos, jardines paradisíacos, puertas monumentales… La nueva capital construida por Darío I. Construida para impresionar a los súbditos del Gran Rey que acudían a rendirle pleitesía y ofrecerle sus tributos.
La ubicación remota de esta ciudad se mantuvo en secreto para el mundo exterior, y se convirtió en la ciudad más segura en el Imperio Persa, para almacenar arte, artefactos, archivos y custodia de los tesoros reales. Los griegos no tenían idea de la existencia de la ciudad hasta que fue saqueada por Alejandro Magno (356 -323 a.C.) quien la quemó y se llevó sus vastos tesoros. Las ruinas yacían enterradas hasta el siglo XVII (17) cuando fueron identificadas como la otrora gran ciudad real de Persépolis, pero la excavación profesional no comenzó hasta el año 1931 trabajo que continua hasta el momento.
El Imperio persa fue una serie de dinastías imperiales que se centraron en el actual Irán. Estas dinastías se extienden a lo largo de los siglos, que se remontan al siglo 6 a.C. hasta el siglo 20 d.C. El Primer Imperio fue el Imperio aqueménida que fue fundado por Ciro el Grande alrededor del 550 a.C. y se convirtió en uno de los imperios más grandes de la historia. Este imperio se extendía desde la Península balcánica hasta el Valle del Indo. Otras dinastías que formaron el Imperio Persa incluyen el Imperio Parto y el Imperio Safávida., En la historia del Imperio Persa, cinco ciudades fueron consideradas como la capital real. Sin embargo, Persépolis es ampliamente considerada como la capital del Imperio Persa.
PERSÉPOLIS
El Imperio Persa gobernó sobre Mesopotamia con los aqueménidas de Irán Central gobernando el imperio que comprendía Egipto, Irán, Siria, Mesopotamia y partes de Asia Menor. La capital ceremonial del Primer Imperio persa fue Persépolis. La ciudad se encuentra en el sur de Irán y fue fundada por Darío el Grande. Persépolis fue la mayor de todas las capitales persas., su construcción comenzó en el año 518 a.C. Por orden de Darío el Grande, que la convirtió en la nueva capital en lugar de Pasargadae, que era la antigua capital y el lugar de sepultura de Ciro el Grande. El nombre «Persépolis «se deriva de la palabra» Parsa «que significa» Ciudad de los Persas.»
CONSTRUCCION DE LA CIUDAD DE PERSÉPOLIS
La ciudad de Persépolis fue construida en el año 518-515 b.C. bajo Dario I se encuentra cerca del Río Pulvar, que es un pequeño río que desemboca en el río Ku. La ciudad fue construida en terrazas que se eleban, estas terraza se elevaban a más de 125.000 metros cuadrados. Y 66 pies de altura (20 metros) tenia 72 columnas con 62 pies de altura (19 metros) el techo fue hecho con madera de Cedro traídas del Lebanon. El lado este de la ciudad seapoya en el Monte Kuh-e Rahmet (Montaña de la Misericordia), mientras que los otros lados estaban formados por muros de contención de diferentes alturas que van desde 16 pies a 43 pies. Las terrazas se llenaron de rocas pesadas y tierra y se sujetaron con clips metálicos para crear una terraza nivelada. El material de construcción principal era la piedra caliza gris. La construcción de la sala del Consejo y del Tesoro imperial principal comenzó durante el reinado de Darío I y fue completada por su hijo Jerjes I.
Este complejo estaba hecho de ocho estructuras. De estas nueve las primeras tres fueron construidas por Darío I el cual llego a empezar la Tesorería. Las demás fueron completadas por sus sucesores, su hijo Jerjes I (486-465 b.C.) y nieto Artajerjes I (465-424 b.C.)
1-La Apadana (Sala de Recepción Hipóstila)
2-Trachara (Palacio de Darío I, salón de Consejo)
3-Sala de Consejeria
4-Tesoreria
5-Salon del Trono
6-Palacio de Jerjes I
7-Haren de Jerjes I
8-Puerta de Todas las Naciones.
9-Tumba del Rey
En torno del año 515 a.C., las delegaciones de los pueblos sometidos por los persas llegaron por primera vez a Persépolis para entregar sus tributos a Darío I con ocasión de las celebraciones del Año Nuevo.
En otras ocasiones, acudían a la corte persa en Pasargada o en Susa, ya habían podido contemplar construcciones de extraordinaria grandeza y exuberancia, pero ninguna igualaba la nueva capital que Darío empezó a construir entre el año 518 y 516 a.C. en el corazón mismo de la región de Fars.
El Gran Rey la denominó Parsa, por el nombre del pueblo persa; más tarde los griegos la llamarían Persépolis, «la ciudad de Parsa». Siglos después, recibió el nombre de Taxt-e ğamšid, «El Trono de ğamšid», como se le conoce actualmente. En la Edad Media lo llamaban Sad Stun, «Las Cien Columnas».
Sus columnas de 20 metros de altura hacían que la construcción alcanzara en total los 40 metros. Este ingenioso método para conseguir un espectacular efecto visual, nunca utilizado, sería imitado más tarde por algunos templos griegos en la Acrópolis de Atenas y en Asia Menor.
La plataforma, tenía dimensiones impresionantes, 300 por 455 metros, y estaba cubierta por monumentales edificios y espléndidos jardines. Construcciones posteriores fueron reduciendo paulatinamente la presencia de los jardines, pero en tiempos de Darío I ocupaban aún la mayor parte de la superficie de la plataforma. Un complejo sistema de canalizaciones y alcantarillado garantizaba el riego, al tiempo que evitaba que las aguas procedentes de la montaña deteriorasen o inundasen la terraza y sus fundamentos.
LA NACIÓN PERSA
Hay una inscripción importante, en que el rey Darío el Grande describe la nación diciendo: «La nación Parsa que me ha entregado Ahura Mazda, que es bella y rica en buenos hombres y caballos, no siente temor ante nadie por la voluntad de Ahura Mazda y de mí mismo, el rey Darayavahu. Que Ahura Mazda me dé su apoyo con todos los dioses. Que Ahura Mazda proteja a esta nación del ejército enemigo, de la hambruna y de la mentira. Que no venga a esta nación ni el ejército enemigo ni la hambruna ni la mentira. Esta petición le hago yo a Ahura Mazda con todos los dioses. Que Ahura Mazda con todos los dioses me la conceda».
EN PRESENCIA DEL GRAN REY
Al salir por el norte de la puerta de Todas las Naciones, los delegados se topaban de frente con la escalinata monumental que llevaba a la majestuosa sala de audiencias, el Apadana, el edificio más elevado de la plataforma. En Pasargada, Ciro I había construido una sala similar, al igual que Darío en Susa, pero la de Persépolis era más impresionante. Probablemente en la primera visita de las delegaciones, y durante algún tiempo, este asombroso edificio permaneció inconcluso.
En la fachada oriental del Apadana se desplegaba un friso en el que se había representado mediante bajorrelieves justamente la escena de la entrega de los tributos al soberano. En el centro, Darío I aparece sentado en el trono con el cetro en la mano derecha y una flor con dos capullos en la izquierda, bajo un baldaquino. Detrás de él está el príncipe heredero, seguido por su chambelán y el portador de las armas reales. Separado del rey por dos incensarios se aproxima un personaje que le rinde homenaje y que encabeza una larga procesión de delegaciones de todas las naciones sometidas por Darío, en total 23, representadas en tres filas en el lado izquierdo de la escalera central. Cada delegación está separada de la anterior por un ciprés, el tipo de árbol que adornaría los jardines de la terraza. En el lado derecho de la fachada, cubriendo la espalda del rey, aparece el ejército que lo sostiene en el trono y asegura la paz en el Imperio, así como los funcionarios encargados de su administración.
Desde allí las delegaciones se dirigían hasta la gran sala de audiencias, ascendiendo por las dos escalinatas del sureste de la fachada. Accedían a un pórtico con baldosas, decoradas de manera que el conjunto imitaba una enorme alfombra de piedra. Luego entraban a través de una monumental puerta metálica a la gran sala. El trono estaba en el centro de ésta, bajo un baldaquino, y sentado en él se hallaba el gran rey tal y como lo acababan de ver representado en el relieve del friso. Todas las delegaciones, con sus variopintos tributos –camellos, caballos, objetos de oro, plata y marfil…–, cabían en esta enorme sala de 3.600 metros cuadrados, cuya techumbre la sostenían 36 enormes columnas de 20 metros de alto. Según las noticias de Diodoro Sículo, Alejandro Magno y sus compañeros, mientras celebraban embriagados en el Apadana una procesión báquica, lanzaron antorchas sobre las suntuosas alfombras que colgaban de las enormes paredes de ladrillo vidriado y destruyeron completamente la estancia. Tan sólo quedó en pie una columna.
Una vez presentados los tributos al rey y finalizadas las pompas, algunos delegados acudían a un edificio administrativo: el Tesoro. Había un único acceso y antes de entrar cada delegado era registrado en unos espacios reservados al efecto. A continuación, atravesaban un largo pasillo sin puertas a cuyos lados se hallaban los almacenes reales, donde se guardaban los tributos aportados por las delegaciones y las tablillas de barro en las que se registraban. Al final del pasillo los delegados eran recibidos en una gran sala por los más altos funcionarios del Estado, que tomaban y consignaban los tributos.
EL ASOMBRO DE LOS VIAJEROS
Los delegados de mayor rango se dirigían, por su parte, a la oficina real donde despachaba el rey, llamada tacara. Estaba construida sobre un basamento de unos 2,5 metros de altura, y los marcos de puertas y ventanas estaban formados por enormes bloques de piedra realizados con gran maestría; una ventana, por ejemplo, fue construida en un solo bloque de piedra de 18 toneladas. Darío debía de estar especialmente orgulloso de estos marcos, pues hizo grabar en cada uno de ellos la siguiente inscripción: «Marcos de piedra construidos en la casa del rey Darío». Este edificio se salvó del incendio provocado por Alejandro y durante siglos acogió a viajeros que visitaban admirados las ruinas de Persépolis y gustaban de llenar sus enormes marcos de piedra con grafitis e inscripciones. Entre las más famosas se encuentra una inscripción en persa medio de Šabuhr, rey de los saka, una tribu escita de Asia Central (siglo IV d.C.): «Llegó a sad stun [las Cien Columnas, designación de Persépolis] y bebió vino [organizó un banquete] junto a este edificio. Disfrutó enormemente y ordenó celebrar sacrificios a los dioses. Honró a su padre y a su abuelo. Honró a Šabuhr, Rey de Reyes, y se hizo honrar a sí mismo. Alabó a los que habían construido este palacio».
LA ENTRADA A PERSÉPOLIS
La puerta de Todas las Naciones, a la derecha de la imagen, flanqueada por los toros alados o lamassu. Al fondo se ve la grandiosa sala de audiencias de Persépolis: el Apadana (al fondo), con la doble escalinata del lado norte.
COLUMNA TAURIFORME
En el Apadana se alzaban 36 columnas de 20 m de alto. Tenían el fuste estriado o liso y el capitel, que podía medir 5 metros, dividido en tres cuerpos: hojas, dobles volutas y, al final, dos toros tumbados.
LAS JOYAS DEL GRAN REY
En las audiencias, el rey lucía la kitarís o tocado real, el cetro de oro y una flor de loto, así como numerosas joyas, similares a este brazalete de oro con grifos alados. Museo Británico.
REGALOS PARA EL GRAN REY
Dignatarios medos, con sus gorros de fieltro, ascienden en respetuosa procesión para llevar sus tributos al Gran Rey en este relieve de Persépolis.
FUNCIONES DE PERSÉPOLIS
Aunque Persépolis fue la capital del Imperio Persa, sus funciones siguen sin estar claras. Era una de las ciudades más pequeñas de Persia y estaba ubicada remotamente. Parece ser un gran complejo ceremonial que fue ocupado estacionalmente, especialmente durante el verano, ya que las lluvias de invierno lo hicieron inaccesible. También es difícil saber dónde se encontraban los aposentos privados del Rey, sin embargo, algunos de los arqueólogos han sugerido que Persépolis se utilizó principalmente para celebrar el Año Nuevo Persa conocido como Nowruz, que se celebra en el equinoccio de primavera y que sigue siendo un evento anual importante en el Irán moderno.
LA DESTRUCCIÓN DE PERSÉPOLIS
La construcción de Persépolis continuó durante casi 200 años y no se completó cuando la ciudad fue capturada, saqueada y quemada por Alejandro Magno en el año 330 b.C. Sin embargo, no está claro si el incendio fue un acto deliberado de devastación o fue simplemente un accidente. Muchos creen que el incendio fue un acto de venganza, ya que el rey Jerjes incendió la ciudad griega de Atenas hace unos 150 años. Hoy en día, algunas personas dicen que los rastros de fuego todavía son visibles en algunos lugares.
Visite las Ruinas de Persépolis y estará viviendo la historia de estos personajes tan importantes de la tradición Persa.
Espero Tenga un Buen Viaje y Disfrute.