El malvado de Balaam iba a maldecir al pueblo de Israel, pero tuvo que bendecirlo.
Números 23:11
11Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones.
La historia de Balaam la pueden encontrar en los capítulos 22, 23 y 24 del libro de Números, escrito por Moisés. También se le menciona en otros lugares de la Biblia, incluso en el Nuevo Testamento. 2 Pedro 2:15, Judas 1:11, y Juan en el Apocalipsis 2:14, citan a Balaam. Hagamos desde ahora la pregunta que nadie ha podido evitar: ¿Fue Balaam un profeta a la manera de los muchos que registra la Biblia o fue un simple adivino? La ENCICLOPEDIA DE LA BIBLIA zanja la cuestión con esta frase: “Fue calificado expresamente de adivino, lo cual no impide el que Dios se sirviera de él para profetizar sobre su pueblo” (*).
Balaam no era judío. Era oriundo de una ciudad llamada Petor, “que está junto al río” (Números 22:5), probablemente el Éufrates, en Mesopotamia.
Cuando los israelitas que salieron de Egipto acamparon en el país de Moab, el rey de este pueblo, de nombre Balac, temió la próxima ocupación de sus dominios. Alarmado, envió mensajeros a Balaam para que se presentara ante él con el fin de pronunciar maldición contra los hebreos. ¿Qué poderes tenía Balaam para invocar desgracias sobre el pueblo hebreo? Pedro lo llama profeta (2 Pedro 2:16), pero Moisés, autor de la historia, no lo hace nunca. Siempre alude a él como adivino. Los mensajeros de Balac acudieron a Balaam “con las dádivas de adivinación de su mano” (Números 22:7), es decir, el salario que la costumbre mandaba pagar a los adivinos.
Convencido, Balaam acepta la misión y se dispone a llevarla a cabo. Jehová se irrita contra él y un ángel armado de espada, en la angostura de dos albarradas, causó el azoramiento en la burra, que montaba,que declinó del camino, lo que le valió un duro castigo de su amo. Aquí ocurrió un raro prodigio, el Señor soltó la lengua a la burra. Por fin Balaam se encuentra con Balac; en presencia del rey y pronuncia cuatro oráculos, pero en lugar de maldecir al pueblo judío, pronuncia palabras de bendición a su favor.
Dice que el pueblo de Israel no puede ser maldecido porque Dios no lo maldice. Lo que Dios Bendice nadie lo puede maldecir y el pueblo habia sido bendecido por Dios.
Años más tarde, incomprensiblemente, los guerreros de Moisés mataron a Balaam a espada. Su condición de adivino está apoyada por otros textos de la Biblia. En su segundo oráculo Balaam admite que “contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel” (Números 23:23). Y cuando el autor del libro de Josué se refiere a su muerte, escribe: “También mataron a espada los hijos de Israel a Balaam el adivino” (Josué 13:22). Tanto entre los israelitas como entre los primeros árabes, la costumbre de bendecir y maldecir al enemigo era muy popular. Hoy la siguen practicando los grandes sacerdotes del vudú en Haití, Jamaica y otros pueblos del Caribe. Para Santo Tomás de Aquino, Balaam era un poderoso adivino al que tenían en gran estima los reyes paganos. (*) ENCICLOPEDIA DE LA BIBLIA, Ediciones Garriga, Barcelona 1963, tomo I